domingo, 23 de octubre de 2011

La Conciencia Retratada

La exposición Francisco de Goya. La conciencia retratada se ha exhibido en la sala de Calcografía Nacional durante los meses de septiembre y octubre de 2001. Con motivo de la exposición doce de los veintiún retratos que componen la muestra se han editado en una carpeta de estampas digitales con el mismo título y características de las obras originales, en formato 35 x 35 cm. Tanto la exposición como la edición de estampas digitales han sido ideadas, diseñadas y producidas por el equipo de Calcografía Nacional. En el patrocinio ha colaborado Franja Fotográfica. El proyecto contó además con el apoyo del Instituto Cervantes, que exhibió durante los meses de mayo a junio de 2001 una selección de trece rostros en su sede de Londres. Posteriormente, la exposición ha circulado por los centros de Mánchester, Moscú y Argel y continúa su itinerario en la actualidad. Desde 2002 está disponible aquí, en las páginas del Centro Virtual Cervantes.

Las creaciones gráficas de Goya constituyen el testimonio visual de un artista que se interroga sobre el hombre y el devenir histórico, que es capaz de sintetizar en imágenes los dos niveles de la existencia: el ámbito interior y el mundo de la realidad objetiva.
Los rostros reproducidos en este repertorio proceden de los Caprichos (1799), obra maestra del grabado español y una de las producciones de mayor relevancia en la historia universal del arte.
Los Caprichos de Goya ejemplifican un mundo en crisis, entendida esta idea en el sentido de cambio. Conceptualmente revelan las fisuras de una estructura sociopolítica basada en una anquilosada estratificación estamental, y de un sistema de valores fundamentado en el inmovilismo de las costumbres y la tiránica opresión religiosa de las conciencias. Estéticamente anticipan la sensibilidad moderna y el desplazamiento hacia un arte dominado por la subjetividad y la libertad creativa. Los Caprichos aparecen en una de las décadas más decisivas en la trayectoria vital y en la producción artística de Goya. Es por ello por lo que las sucesivas generaciones de escritores, artistas e intelectuales de los dos últimos siglos no han podido sustraerse a su condición de símbolo: del fin del antiguo Régimen, del cambio de gusto entre las estéticas clasicista y romántica, y de la crisis producida en la biografía y el arte de un creador universal.

Al margen de sus posibilidades discursivas y de su alcance filosófico o político, los Caprichos conforman un extraordinario elenco de rostros. Los rasgos esenciales y las cualidades interiores de los personajes de Goya se reflejan en el rostro como en un espejo. El rostro se manifiesta, pues, como la metáfora del espejo del alma, la caracterización íntima del individuo... su conciencia retratada.



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